lunes, 22 de noviembre de 2010

7 reflexiones sobre Todos están bien, el viejo Robert y la mentira en la familia y en el afiche público con que anuncian la película




1/ Los primeros minutos de la película alcanzan para sacarte de cualquier expectativa de comedia fácil, con Frank (De Niro), un hombre en la soledad más absoluta recibiendo los llamados con excusas de sus hijos que cancelan la visita que le habían prometido. Va al médico, al mercado, arregla el jardín, todo con un gesto entre cansado y triste. Todos le preguntan cómo se siente (haciendo referencia a que está viudo) a lo que él responde “bien” sin demasiada seguridad, pero también sin que haya por qué no creerle. Como si en el fondo ni él supiera cómo está, o no le importara, o fuera tan inédito y raro su estado que ni él pudiera comprenderlo. Primer acierto de la película, que no fija un estado desde el cual partir, que abre preguntas más que dar respuestas.

2/ La escena del tren, con el diálogo entre Frank, su vecina de asiento y las intervenciones de una vieja que viaja al lado es de una ternura y una tristeza enorme. Un hombre viendo su trabajo, todo lo que hizo en su vida como algo imperceptible para los demás. Algo que le da “ritmo al paisaje”, que sirve para proteger, que está relacionado con la comunicación, todas imágenes que se relacionan con él y la historia que cuenta la película.

3/ Frank ve niños donde hay adultos que se comportan como niños. Esta es el círculo paradojal que cuenta la historia. Frank se engaña y se deja engañar, los hijos engañan y se engañan. La mentira es el gran tema de la película, la que se acepta, la que se teje en las relaciones, la que la madre sostuvo hasta su muerte, la que Frank calla pese a ir descubriéndola en su camino. ¿La familia siempre está sostenida sobre mentiras?

4/ El diálogo con el hijo que hace percusión en una orquesta es tan simple y descarnado como tierno y triste. Se desnuda la expectativa del padre y la mentira cómplice entre el niño y la madre, el entramado en que estan enredados todos en la familia.

5/ Reparar, esa parece ser la tarea que decide Frank luego de su viaje. Buscar las imágenes de su hijo (una escena tristísima, conmovedora), pasar una navidad juntos, sacar a flote las verdades. Un padre que se hace padre, un padre que ve que su trabajo es mucho más dificil que recubrir kilómetros de cable.

6/ Después de los dorados 70 y los intensos 80, décadas en las que construyó algunos de sus personajes inolvidables (en El francotirador, El padrino, Toro Salvaje, Novecento, Taxi Driver o Érase una vez en América), Robert de Niro tuvo altos y bajos, hasta casi andar haciendo cualquier cosa en la última década. En esta película logra volver a construir un personaje íntegro, digno, conmovedor que sin estar a la altura de sus grandes trabajos lo vuelve a mostrar en forma.

7/ No es una gran película ni mucho menos, la historia del hijo perdido parece un agregado innecesario para dar cohesión al drama (esas llamadas telefónicas que cuelan en el relato…) y algunos actores secundarios no están a la altura, pero igual es una película digna, que abre preguntas, en el que ni un final a pura sonrisa (y la justificación del título que deja un sabor agridulce) borra lo que hace pensar sobre la mentira, la familia y las relaciones humanas.

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